La depresión se siente
cómo taladros en el cerebro
ruidosos, molestos
revolviendo mi adentro
Clavando tornillos, sin salida
entran tan profundo,
a mi pensamiento suicida.
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La depresión se siente
como piedras en la espalda
pesadas, tan duras
todas por igual, escaldan.
Aplastan mis huesos, con dureza
peso tras más peso,
crean mí punzante tristeza.
La depresión se siente
que son de bolsa los pulmones,
pegadas, sin aire
que ahogan las razones.
Inhalando más pronto, repetía
sin llegar a airar
tan insondable apatía.
La depresión se siente
que es de estiércol mi cuerpo
lavarlo, imposible
y menos el pensar olerlo.
Marinando extra en la soledad
qué infortunio,
¡sufrir tanta ansiedad!
La depresión se siente
como cuevas en el pecho,
ingrimas, extensas
de un laberinto mal hecho.
Perdiendo en la magnitud
del vacío
esta innegable inquietud.
La depresión se siente
como un sinsentido en la vida,
contradice, ataca
provocando insoportable la ira,
Paulatino mi sangre hierve,
porque al final del día
la depresión no se siente.
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